El Niño Jesús ya no está pasando por Venezuela

Ya llegó diciembre. Quién no recuerda lo que antes significaba la llegada de estas fechas para nosotros lo venezolanos. La alegría era lo que predominaba, sobre todo, cuando éramos niños. 
En todos los hogares del país reinaba la alegría, la unión y el compartir. Nos reuníamos para compartir una hallaca, el pan de jamón, para armar el arbolito y esperar al Niño Jesús. Nos quedábamos despiertos hasta tarde para aguardar los regalos que nuestros papás escondían justo a las 12 de la media noche. 
Para los venezolanos, la navidad siempre fue la temporada más bonita, aunque también la más costosa. Antes cualquier familia podía lidiar con los gastos extras que debían hacerse en diciembre. Ahora nos encontramos vencidos por un salario decadente, aparte de las secuelas de una hiperinflación en todo, en los alimentos, la ropa, el calzado y los juguetes. 

Como es costumbre, en Venezuela los padres hacen lo que sea para tenerles en casa a sus hijos ese obsequio. Nada cómo verlos felices. Antes se veía en las calles de Caracas a los padres como locos buscando el regalo para el 25 de diciembre. Ahora el famoso Niño Jesús se dolarizó. 
Desde que el gobierno asumió que en Venezuela hay cada vez más gente que compra y vende con divisas, en todo el país los negocios se han apresurado a fijar sus precios en dólares o al cambio del día. Es una danza de dólares.
Para algunos padres la opción puede ser rentable, pero para la mayoría pagar un monto extremadamente alto por un juguete es imposible. Una familia que no cobre un bono en dólares o que no reciba remesas de algún pariente que se encuentre fuera del país no podría tener este año una navidad tradicional. Lo más que podría hacer es haber tenido la cautela de comprar mucho antes. 
Adelantar las compras navideñas lo más que se pueda les he permitido a varias familias pasar sus navidades con alegría. 
Por el desastre económico, el Niño Jesús no podrá visitar muchos hogares este año. Muchos niños se quedarán con las ansias. 
Por los menos hace unos años muchos resolvíamos con el cupo electrónico varios de estos gastos. Si ahora entrara en Amazon para comprarle a mi hijo una pista de Lego sería imposible, cuando hace unos años me hubiese parecido barata en comparación con los precios de acá, incluso sumando el costo del envío. 
Como mis niños son muy pequeños, todavía se contentan con cualquier regalo. Mientras más crezcan, será más difícil complacerlos. Me tocará hacerles entender desde pequeño cómo vivir en Venezuela nos limita. 

Ahora quizás pueda comprarles unos peluches o un kit de pelota. Estas son las opciones más económicas que he encontrado. Por lo menos no soy parte de esos muchos padres que no podrán conseguir nada para sus hijos esta navidad. Todavía no.

Por Pedro Camacho

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