Navidad en Venezuela, pese a todo
En Venezuela, la Navidad siempre ha sido una fecha familiar. Muchas de nuestras tradiciones y costumbres se centran en fortalecer los lazos familiares.
Si bien en años recientes, por la grave situación económica, también ha disminuido el espíritu navideño. Sobre todo porque muchos familiares se han ido del país. Además del hecho de que los primos que viven el interior no pueden darse el lujo de pasar las vacaciones en Caracas. Tampoco se puede compartir con los vecinos las hallacas que pocas familias pueden hacer.
De todas formas, el venezolano intenta mantener el ánimo para sobreponerse ante la crisis. A pesar de todos los limitantes, las festividades no se han visto opacadas del todo.
Nada importa más que encontrarnos con nuestra familia. Disfrutar las pequeñas cosas de la vida se convierte en el mejor regalo. Es un tiempo para compartir con nuestros hijos las historias de la familia, y enseñarles que el valor de un regalo no está en lo material, sino en disfrutar y compartir con nuestra gente.
No estamos dispuestos a renunciar a las reuniones, a encontrarnos con nuestros familiares y amigos. Queremos seguir montando el nacimiento y el arbolito. Queremos seguir haciendo las hallacas con nuestras mamás y comer el dulce de lechosa de la abuela o la torta negra de la tía.
Los venezolanos aún no estamos dispuestos a renunciar a esos placeres que conforman nuestra navidad. Sin embargo, a estas alturas del año no se nota que haya llegado la navidad a las calles de Caracas.
Todavía no se ven las acostumbradas luces, aparte de algunas pocas zonas y avenidas. Incluso pocos negocios tienen en sus estantes los tradicionales cochinitos de navidad. Tal vez porque en los últimos años se han quedado medio vacíos.
Aunque algunas tiendas, para llamar la atención de los clientes, están colocando una especie de alcancías hechas con cajas, que son forradas con papel de regalo y adornadas con lazos navideños. Todos empiezan a buscar la manera de ganarse su aguinaldo.
Por otro lado, el famoso amigo secreto ha ido variando tanto, según la situación económica, que casi ha desaparecido. Muchos han optado por establecer el monto de un regalo mínimo, incluso puede ser una chuchería.
Lo más importante es que esta Navidad no perdamos la oportunidad de estar junto a los pocos familiares que nos quedan en el país para compartir lo mejor de cada uno de nosotros. No nos dejemos llevar por la amargura, ni que el gobierno se lleve nuestras tradiciones.
Por Pedro Camacho
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