Venezuela, una sociedad dual Ante la falta de bolívares, buenos son dólares

Por Luis Ángel Rincón

Venezuela es, definitivamente, tierra de surrealismo. Aquí, como por arte de magia, desapareció la masa circulante de bolívares y, en su lugar aparecieron una danza de dólares. En este país, de la noche a la mañana, todo cambia.  Si no como se explica que, según un estudio de Ecoanalítica, el 54% de las transacciones se realicen en dólares. Y lo peor, es que tampoco deberían haber dólares, a causa de las sanciones que Mr. Trump impuso a las empresas del gobierno y que les imposibilitaría el acceso a los dólares petroleros.
Y… ¿qué ha pasado, entonces? 
Que la inflación de este año ya sobrepasó 1.500% y los bolívares no alcanzan para pagar los productos que se adquieren; y que, además, los 4 millones y medio de venezolanos que abandonaron el país están mandando en remesas entre 3 y 4 mil millones de dólares, en este último año. Esto ha hecho que la economía venezolana, de hecho y no de derecho, se haya dolarizado. 
Ahora a la polarización de la sociedad venezolana, hay que hacerle un nuevo agregado: los que reciben y los que no reciben dólares de las remesas desde el extranjero. Según cálculos de Leonardo Vera, Phd en Economía (UCV), “las familias venezolanas perciben, en promedio, unos 90 o 100 dólares mensuales”. Sin embargo, una parte importante de la población “viven de su salario en bolívares, con patrones de consumo muy pobres. Ya que el salario equivale a 6 dólares, 20 centavos de dólar por día, lo que implica vivir en pobreza extrema”, sostiene el economista José Manuel Puente. 

En estos cambios locos que se suceden en Venezuela, tenemos que hablar de que se está produciendo también una inflación dolarizada. Cada vez se obtienen menos productos por una cantidad determinada de dólares. Para poner un ejemplo de esto: según un análisis de Ecoanalítica “de necesitar 110 dólares al mes para vivir, se ha pasado a necesitar 750 dólares”.
Los especialistas dicen que la dolarización venezolana es improvisada. No es legal ni de derecho, es caótica porque es de facto. El bolívar no existe como moneda nacional. El polémico Luis Vicente León explica que “en un país donde no hay efectivo, la gente quiere recibir una moneda que preserve valor, y, por lo tanto, prefiere recibir un dólar, un euro, un peso colombiano o una grama de oro; que recibir la moneda local que pierde valor rápidamente”.
Maracaibo fue la ciudad donde se efectuó la mayor cantidad de transacciones con dólares y Caracas fue una de las menos dolarizadas. Este resultado se debe a que la poca cantidad de billetes en bolívares que existen se quedan en la capital, mientras que en las zonas fronterizas y en el interior, en general, es muy difícil conseguir efectivo.

Por eso quienes observamos el país desde adentro, tenemos la preocupación de que los venezolanos no protestan ante el deterioro que vivimos, sino que se han ido adaptando y superando las carencias con ingenio. Por ejemplo, a la falta de agua por aducción las viviendas se han llenado en envases plásticos con agua; a los apagones y la falta de luz se suceden las lámparas portátiles y las plantas eléctricas portátiles y, ahora, ante la creciente falta de efectivo, hemos sustituido al bolívar con el dólar. ¡Bienvenido, Mr. Marshall!

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