¿Nos han quitado la alegría de nuestro béisbol nacional?

ada puede salir bien cuando los políticos meten sus manos en el deporte. 
Podría decirse que hasta hace poco el béisbol no se había visto afectado por la crisis del país. Es que para nosotros el béisbol es más que una afición. Es un asunto sagrado que nos ha dado muchas alegrías e incontables leyendas que han ganado su espacio en las Grandes Ligas y en el Salón de la Fama. 
Nada alegra más a nuestra fanaticada que ver a sus estrellas jugando en su casa. Para nosotros no hay mayor reconocimiento que el apego que muestran jugadores tan valiosos como Miguel Cabrera o Ronald Acuña al volver cada año al país para disputar la copa nacional, a pesar de todos sus éxitos en la gran carpa. 
Sin embargo, esta tradición se ha visto arruinada por los desaciertos de un gobierno que parece dañar todo lo que toca. El que alguna vez fuera uno de los países latinoamericanos con mayor atractivo, ahora solo produce rechazo. 
¿Quién quiere venir para acá? Ni de visita, ni siquiera los propios venezolanos que han dejado el país. ¿Quién quiere viajar a un país de pésimos servicios, con enormes fallas eléctricas, racionamiento de agua y el internet más lento de Latinoamérica? Por no hablar de la inseguridad y la hiperinflación más dolarización que nadie comprende, aparte de los bloqueos a los activos venezolanos por parte de Estados Unidos. 

Esta crítica situación no es distinta para los equipos de béisbol y sus peloteros. Ahora las Grandes Ligas tienen prohibido negociar con la liga local, por lo que las grandes estrellas venezolanas no pueden jugar en sus equipo, como era natural. 
Este año nos ha tocado un campeonato a medias. Se nota en las caras de la fanaticada; les hace falta ver a sus preferidos. 
Compárenlo con el futbol, para que vean la magnitud del problema: imagínense que a Messi o a cualquier crack brasileño, quienes pertenecen a clubes en Europa, se les prohibiera jugar para su país, debido a la política del gobierno local. Se imaginan cómo reaccionarían los hinchas brasileños y argentinos. 
Con esa indignación nos encontramos los fanáticos del béisbol en Venezuela. Quizás nuestra reacción no ha sido violenta porque lo asumimos como un golpe más dentro de los tantos que hemos recibidos en medio de esta catástrofe económica y social. 
Una temporada resignada y limitada, eso es lo que estamos viendo en los estadios. Ni siquiera en la calle se siente el ánimo que nos producía el béisbol cada fin y comienzo de año. 

¿Acaso han logrado quitarnos una alegría más, como hicieron con la navidad? Espero que no sea así.

Por Pedro Camacho

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