Ya nadie ve TV como los Simpson: el streaming llegó para quedarse
Hasta hace relativamente poco cada noche todos nosotros teníamos una cita fija con el televisor.
Ahora la TV dejó de ser el rey de la casa. La computadora y los celulares son la nueva “caja tonta”, aunque en verdad cada vez resultan ser más inteligentes.
Curiosamente, en vez de desaparecer, la televisión se ha transformado. Ya no es lo que conocimos. Ahora no tiene horarios, no tenemos el “break” que nos daban los comerciales para ir al baño y ya llevamos mucho tiempo sin echarnos todos juntos en el sofá para ver ese programa o esa serie tan esperados.
Eso de aguantar la intriga una semana o más, hasta el próximo capítulo, para saber qué le sucederá a nuestro personaje favorito, se ha vuelto algo opcional.
Me parece fuerte que se acabara la idea de la familia reunida frente al televisor, como los Simpson. Dentro de unos años esa imagen será tan rara como lo es para nuestra generación la idea de levantarte a cada rato para cambiar el canal dándole vuelta a un botón. Ya no andamos con el control remoto en la mano, sino con el celular.
Tal ha sido el cambio que ni siquiera son necesarios los canales para ver televisión. Ahora todo lo vemos por streaming.
Diría que este es uno de los grandes cambios que la década de 2010 dejó en nuestras vidas cotidianas. Ahora parece no haber límites para lo que podemos ver y escuchar. Es posible ver lo que queramos, cuando queramos y donde queramos.
Tanto así que la televisión ya no se ve sólo en casa. Ahora llevamos la pantalla al baño, a la oficina o incluso de camino al trabajo (aunque esto no lo recomendaría en Venezuela).
Sin embargo, lo que puede ser un modo distinto de ver programas y películas, y por lo tanto un nuevo modo de vivir, en Venezuela se da a medias, a causa de diferentes trabas.
Obviamente, ese desastre que todos llamamos la situación país limita las opciones de la gente para disfrutar de las nuevas tecnologías y sus servicios.
En primer lugar, hay que pensar en la mala calidad y distribución del servicio de internet. La mayoría del país vive desconectado.
Por lo menos en Caracas “vamos bien”, acá mucha gente tiene Netflix, por ejemplo. Aunque cuando uno pregunta como lo pagan empiezan a hablar bajito, como quien te quiere confiar el nombre de su dealer.
Muchos disfrutan de streaming en su casa porque algún familiar de los tantos que tienen fuera del país les compartió la contraseña; otros con cuentas en dólares pagan por tener el servicio.
Además de eso, por las redes sociales, sobre todo Instagram, nos conseguimos muchos “proveedores” que ofrecen accesos a las plataformas de streaming.
Cuando al fin tienen Netflix, además de hartarse con una gran cantidad de series y películas, los venezolanos empiezan a compartir la contraseña. Parece que ya Netflix está tomando medidas para evitar este nuevo mercado negro. Obviamente ignoran que en Venezuela muchas veces no hay otra manera de obtener cualquier cosa desde medicina, alimentos y ahora buena televisión.
Por Pedro Camacho
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