Yo sólo quería una olla: la mala calidad del aluminio en Venezuela
En un país normal comprar una olla no debería ser ningún problema. Pero vivimos en Venezuela y ya conocemos su absurdo
El siguiente post se debe a que mi esposa quería una olla nueva. Para cocinar, además de la cocina de mi mamá, estamos usando sus utensilios. Por lo que no es extraño que Saray quiera que tengamos nuestras propias cosas, como sartenes, platos, cubiertos.
Yo la entiendo, aunque no creo que estemos incomodando a nadie. Por lo menos conmigo, mi mamá no se queja.
En un país normal comprar una olla no debería ser ningún problema. Pero vivimos en Venezuela y ya conocemos su absurdo. Por lo que a nadie debe extrañar que en el último año nos haya sido imposible comprar alguna olla de aluminio.
Hemos comprado algunos vasos y paños de cocina, pero el dinero no nos ha alcanzado para comprar ollas y sartenes decentes. Las de mejor calidad uno las encuentra en supermercados y tiendas del hogar. Sin embargo, son costosísimas. ¿Quién puede pagar millones de bolívares por un sartén?
En verdad, les digo que ya dejé de sorprenderme con las situaciones de este país cuando hay plata de por medio. Por lo que, así como estábamos, nos habíamos alegrado mucho con el dato que me dio mi amigo Luis Ángel Rincón sobre un local que vendía ollas baratas dizque de aluminio.
Pasamos por allí el fin de semana y cuál fue nuestra decepción que nos encontramos con ollas que podíamos pagar pero que bien sabíamos que no valían la pena ni el dinero. Acaso nos duraría un par de semanas.
—¿Y esto es aluminio? Siento que se me va a deshacer en las manos cuando la esté fregando —decía Saray.
Pasamos por otra tienda que tenía los mismos productos hechos con aluminio de mala calidad o las mismas ollas importadas y costosísimas que se encuentran por todos lados.
No entiendo por qué también nos quitaron la opción de comprarnos nuestras cosas para el hogar, como un par de ollas. Por supuesto esto se debe a que ya prácticamente no hay producción de metales en Venezuela.
Venalum y Alcasa operan a mínimo ritmo, lo que empeoró con los grandes apagones del año pasado.
El extenso corte de energía eléctrica dañó gravemente la producción de aluminio del país, aunque el gobierno no hizo mención a este grave daño.
Todas las celdas de reducción de aluminio que estaban en servicio se perdieron. Esto ha significado un grave golpe a una industria que opera en mínimos desde hace años, aparte de las frecuentes fallas que padece.
En el caso del aluminio, se hacen evidentes las mentiras y la manipulación del gobierno que presenta por sus medios de comunicación un país donde todo marcha muy bien, cuando la realidad es que las empresas básicas están destruidas.
Por Pedro Camacho
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